lunes, 28 de enero de 2013

EL SINIESTRO ORIGEN DE LA MASONERÍA - La Libertad de Creer

 Conferencia del Mtro. José Alberto Villasana, Teólogo por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, experto en revelaciones privadas, historia e investigador de prestigio, ganador 3 veces del premio al periodismo. Explica los orígenes de la masonería, la francmasonería y la masonería iluminista satánica. Escritor de varios libros con temáticas de las que es experto, narra los sucesos históricos y las ideologías que dieron origen a la masonería satánica y la francmasonería.

viernes, 18 de enero de 2013

La Libertad de Creer: "Ataques a la Iglesia"

"Hay que tener vergüenza del mal, de lo que ofende a Dios, de lo que ofende al hombre. Hay que avergonzarse del mal que se infringe a la comunidad civil, a la religiosa, con acciones a las que no les gusta salir a la luz. Desde antes de la persecución romana desatada por el Emperador romano,  Nerón, contra los cristianos, ya desde antes, en Jerusalén, se les perseguía. La Iglesia que Cristo fundó lleva dos mil años de persecuciones y de ataques constantes, muchos de ellos certeros, planeados durante siglos."
"Tu eres Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán"

viernes, 11 de enero de 2013

REFLEXIÓN: Informativo especial 2012 y el Año de la Fe

Magnificat tv, ha editado este informativo especial y gracias a esta recopilación de noticias podemos reflexionar sobre la actualidad de este pasado año.
"Enlace Magnificat tv." 


Porta Fidei, la Puerta de la Fe, es el nombre con el que el Papa Benedicto XVI ha nombrado al Año de la Fe con el fin de que profundicemos en nuestro amor a Cristo Jesús. Pepe Alonso nos presenta de una manera clara y sencilla el camino propuesto por el Papa para que, cruzando por la puerta de la fe, podamos renovar nuestra esperanza y vivir el amor al que estamos llamados.

jueves, 10 de enero de 2013

La Libertad de Creer - "La moral y el pecado"

Vivimos un tiempo que ha sido llamado como: "dictadura del relativismo". El relativismo, ha invadido nuestra sociedad; nuestra forma de pensar de ser  y de vivir, y como consecuencia parece que hoy se desdeña lo que es moral, hay un desdén hacia lo moral. También conceptos como pecado, se piensa hoy que son ideas de hace mil años, de  tiempos de la Edad Media. 
Roberto O´farrill entrevista con  Manuel Ocampo: 
"La moral y el pecado"

La Libertad de Creer, 2 de 6

sábado, 5 de enero de 2013

La adoración de los Reyes Magos, Beata Catalina Emmerich



Se apearon al llegar cerca de la gruta de la tumba de Maraña, en el valle, detrás de la gruta del Pesebre. Los criados desliaron muchos paquetes, levantaron una gran carpa e hicieron otros arreglos con la ayuda de algunos pastores que les señalaron los lugares más apropiados. Se encontraba ya en parte arreglado el campamento cuando los Reyes vieron la estrella aparecer brillante y muy clara sobre la colina del Pesebre, dirigiendo hacia la gruta sus rayos en línea recta. La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro. No se veía casa alguna por la densa oscuridad, y la colina aparecía en forma de una muralla. De pronto vieron dentro de la luz la forma de un Niño resplandeciente y sintieron extraordinaria alegría. Todos procuraron manifestar su respeto y veneración.

Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta. Mensor la abrió, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en sus visiones. Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto. En esto José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fue a su encuentro. Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que habían venido para adorar al Rey de los Judíos recién Nacido, cuya estrella habían observado, y querían ofrecerle sus presentes. José los recibió con mucho afecto. El pastor anciano los acompañó hasta donde estaban los demás y les ayudó en los preparativos, juntamente con otros pastores allí presentes.

Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo. Brillaban con reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas. En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo con sus grandes mantos. Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas de su familia, además, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequeña mesa, una carpeta con flecos y otros objetos.

Los Reyes siguieron a José, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta, cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos ponía sobre ella las cajitas de oro y los recipientes que desprendían de su cintura. Así ofrecieron los presentes comunes a los tres. Mensor y los demás se quitaron las sandalias y José abrió la puerta de la gruta. Dos jóvenes del séquito de Mensor, que le precedían, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirándose después hacia atrás, siguiéndoles otros dos con la mesita donde estaban colocados los presentes. Cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, el rey Mensor depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra. Detrás de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se inclinaban con toda humildad y respeto.
Mientras tanto Sair y Teokeno aguardaban atrás, cerca de la entrada de la gruta. Se adelantaron a su vez llenos de alegría y de emoción, envueltos en la gran luz que llenaba la gruta, a pesar de no haber allí otra luz que el que es Luz del mundo. María se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un brazo, a la izquierda del Niño Jesús, el cual estaba acostado dentro de la gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde había nacido.

Cuando entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tomó al Niño en sus brazos, cubriéndolo con un velo amplio. El rey Mensor se arrodilló y ofreciendo los dones pronunció tiernas palabras, cruzó las manos sobre el pecho, y con la cabeza descubierta e inclinada, rindió homenaje al Niño. Entre tanto María había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía. María sostenía su cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro. El Niño tenía sus manecitas juntas sobre el pecho y las tendía graciosamente a su alrededor. ¡Oh, qué felices se sentían aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Niño Rey!

Viendo esto decía entre mí: "Sus corazones son puros y sin mancha; están llenos de ternura y de inocencia como los corazones de los niños inocentes y piadosos. No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del amor". Yo pensaba: "Estoy muerta; no soy más que un espíritu: de otro modo no podría ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen en este momento. Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay tiempo: en Dios todo es presente. Yo debo estar muerta; no debo ser más que un espíritu". Mientras pensaba estas cosas, oí una voz que me dijo: "¿Qué puede importarte todo esto que piensas?... Contempla y alaba a Dios, que es Eterno, y en Quien todo es eterno".

Vi que el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puñado de barritas compactas del tamaño de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que brillaban como oro. Era su obsequio. Lo colocó humildemente sobre las rodillas de María, al lado del Niño Jesús. María tomó el regalo con un agradecimiento lleno de sencillez y de gracia, y lo cubrió con el extremo de su manto. Mensor ofrecía las pequeñas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo, buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable.

Después se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad, ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras. Era un recipiente de incienso, lleno de pequeños granos resinosos, de color verde, que puso sobre la mesa, delante del Niño Jesús. Sair ofreció incienso porque era un hombre que se conformaba respetuosamente con la Voluntad de Dios, de todo corazón y seguía esta voluntad con amor. Se quedó largo rato arrodillado, con gran fervor.

Se retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad. Sus miembros algo endurecidos no le permitían arrodillarse: permaneció de pie, profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tenía una hermosa planta verde. Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeñas ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra. Ofreció la mirra por ser el símbolo de la mortificación y de la victoria sobre las pasiones, pues este excelente hombre había sostenido lucha constante contra la idolatría, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas. Lleno de emoción estuvo largo tiempo con sus cuatro acompañantes ante el Niño Jesús. "Seguir leyendo"


martes, 1 de enero de 2013

El Valle, una cuestión religiosa más que política

"...lo que si soy capaz es de demostrarme a mí mismo que hay gente que si es capaz de demostrarlo".                                                                                              (D. Pablo Dominguez)
Hacemos nuestra esta frase del fallecido D. Pablo Dominguez, y la traemos a colación porque siempre hemos pensado que este tema estaba siendo tergiversado y damos gracias a Dios porque haya gente que trabaje para sacar a la luz la verdad.
¿Quieres saber, o prefieres seguir pensando lo que nos han...?

DECRETO‐LEY de 23 de agosto de 1957
Por el que se establece la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. "pdf"

"Enlace web, Editorial Sol"